viernes, 27 de febrero de 2009

El Lenguaje de las Caricias

No es sólo un placer; acariciar y ser acariciado es también una necesidad para nuestro bienestar, equilibrio y desarrollo. Las caricias son un lenguaje rico y sofisticado. Un extraordinario código de comunicación tan elocuente o más que las palabras, ya que nos permiten acercarnos al otro y crecer en la expresión del amor. Hay caricias que consuelan y las hay que alientan. Otras alivian, algunas reconocen, las hay que desatan el deseo. Hay caricias vestidas de pasión y las hay con sabor de amistad y ternura. Las caricias expresan un rango amplísimo de significados: gratitud, compasión, esperanza, reconciliación, complicidad, perdón... Porque nacen tanto del instinto más arcaico que busca el contacto con el otro para saberse protegido, como de la expresión de la conciencia más elevada y entregada al otro.
Precisamente porque en la caricia convive lo animal y lo humano, nos recuerda que somos piel, que somos materia, pero también nos abre la puerta a momentos de trascendencia. Quizá por ello, decía Paul Valéry que lo más profundo que tenemos es la piel: el recuerdo de los mimos y arrullos de la madre, de los abrazos del padre, de los besos y caricias del ser amado, el tacto de la piel de nuestros hijos forma parte de las memorias más valiosas que nos acompañan. También la caricia que nos brinda la naturaleza: el tacto de la tierra, los pies sobre la hierba, la caricia del agua, el manto del cachorro, los pasos en la arena… Nos relajan, despiertan la paz interior y la alegría porque nos remiten a lo esencial.
Cuando es sincera y deseada, la caricia transforma. En el juego amoroso y en la lujuria desatada nos transporta al movimiento, al ardor, al entrelazamiento, al clímax y a la relajación dichosa. En la ternura, nos conmueve y emociona. En la amistad, nos une y nos hace cómplices. Incluso la paz y la buena voluntad se manifiestan en el encuentro de dos manos que se enlazan en el tacto de la caricia. También en el dolor y durante el duelo, el mimo y el abrazo del ser amado hacen soportable la pérdida porque apuntalan el alma herida. Las caricias abren además la puerta a la conciencia de nuestro cuerpo. ¿Conocemos los matices y el infinito espectro de sensaciones que puede despertar la caricia del ser amado? ¿Conocemos en detalle la piel de nuestra pareja, del ser querido o deseado con el que nos sumergimos en contacto íntimo? Más bien no. En general conocemos poco nuestro cuerpo, y aún menos el del ser amado. En él existe un universo que jamás acabaremos de explorar, porque el tiempo, además, aporta nuevas dimensiones y sensaciones que matizan y amplían continuamente la experiencia de reconocimiento del cuerpo de la persona amada.
Frente a la comunicación a distancia y a la sobresaturación de estímulos disponemos de caricias, tacto, contacto y ternura. Muestras de afecto en el cuerpo a cuerpo en lugar de tanto teléfono móvil, Internet, televisión… Quizá hoy, buena parte de los problemas de salud psicológica y física que estamos viviendo en una sociedad cada vez más estresada y bulímica son gritos desesperados de nuestros cuerpos, que, llevados por una inteligencia arcaica, esencial y profunda, reclaman ver satisfecha su necesidad de encuentro íntimo con el otro. Una intimidad que no es sólo o necesariamente encuentro sexual, sino, ante todo, necesidad de encuentro sincero, de amor. ¿Y si, en lugar de atiborrarnos diariamente de banalidades, historias ajenas o pasatiempos de escaso valor emocional e intelectual, nos sumergiéramos en los matices de la caricia? Sin duda, el mal humor, la depresión, la angustia e incluso la tristeza descenderían drásticamente. "Haz el amor y no la guerra", rezaba el eslogan pacifista, y no estaría de más retomarlo.
Porque acariciarnos estimula las endorfinas que nos hacen más soportable el dolor, amén de aportarnos una profunda sensación de bienestar. Si crecemos en ausencia de contactos afectuosos, nuestros cerebros tenderán a tolerar poco el estrés, la ansiedad y el dolor. Es el significado que acompaña a la caricia, el deseo de abrir la puerta al placer, lo que hace que el vello se erice, que el escalofrío surja y la emoción se despliegue.
Una caricia puede llegar a ser el único medio para expresar lo innombrable. Porque la caricia ya habla incluso antes de manifestarse. Está ya presente en su intención. Como lo expresó Mario Benedetti: "Como aventura y enigma / la caricia empieza antes / de convertirse en caricia". Luego, la invitación a la que llegamos es simple: podemos incluir en el espectro de nuestro lenguaje con nuestros afectos el gesto amable, conciliador y tierno de las caricias. Podemos elegir incluir en nuestro alfabeto comunicativo y en nuestra dieta emocional una saludable dosis de ternura a través de la piel. ¿Cómo realizarlo, cómo podemos comunicarnos mejor con los que amamos? La respuesta, tal cual, está en nuestras manos.


Álex Rovira Celma

jueves, 26 de febrero de 2009

¡Diga la verdad!

Una maestra de escuela dominical una vez le dijo a su clase de adultos: "El próximo domingo voy a dar una lección muy importante. Quiero que todos lean el capítulo 17 del Evangelio de San Marcos anticipadamente". Los alumnos asintieron.
El domingo siguiente la maestra les dijo: Por favor, los que leyeron el capítulo 17 del Evangelio de San Marcos levanten la mano. Casi todos la levantaron.
Entonces la maestra dijo: "Es muy interesante. El Evangelio de San Marcos tiene sólo 16 capítulos. Pero al menos sé que mi lección va a dar en el blanco. Hoy voy a enseñar sobre lo que dijo Jesús de mentir".
Quizá el mayor castigo por mentir no sea que una persona sea agarrada mintiendo, sino el castigo "escondido" para un mentiroso es que nunca realmente cree lo que dice otra persona.
¡Diga la verdad! A la larga sufrirá menos bochornos y será más saludable emocionalmente. Aunque el decir la verdad le traiga dolor temporal, Dios honrará su valor y le bendecirá por hacer lo correcto.
El problema con decir la verdad a medias es que se está apto para que le descubran.

Proverbios 19:5
El testigo falso no quedará sin castigo, y el que habla mentiras no escapará.

lunes, 23 de febrero de 2009

Un Anuncio Especial

En el periódico local de mi ciudad salió el siguiente anuncio clasificado:

"¿Existe algún lugar en el que podamos pedir prestado a un niñito de tres o cuatro años de edad para las fiestas de Navidad? Tenemos un lindo hogar y nos ocuparíamos muy bien de él, devolviéndolo sano y salvo. Nosotros tuvimos un niñito, pero no pudo quedarse, y lo extrañamos mucho cuando llega la Navidad." -N. M

Al leer este anuncio, algo sucedió dentro de mí. Por primera vez desde la muerte de mi esposo, pensé en el dolor como si le perteneciera a alguien más. Leí y releí esa carta al editor.

Algunos meses antes, había recibido noticias desde Washington de que a mi esposo lo habían matado mientras estaba de servicio en el extranjero. Llena de dolor, había tomado a mi pequeño hijo y me había mudado al pueblito donde nací.

Empecé a trabajar para ayudar a mantener a mi hijo y el tiempo había ayudado a borrar algunas cicatrices de mi corazón. Pero en ciertas ocasiones, el dolor regresaba y la soledad me agobiaba; especialmente para los cumpleaños, nuestro aniversario de bodas y las fiestas.

Esta Navidad en especial, el antiguo dolor había comenzado a revivir cuando mis ojos avistaron el anuncio en el periódico.

"Nosotros tuvimos un niñito, pero no pudo quedarse y lo extrañamos mucho..."

Yo también sabía lo que significaba el sentimiento de una pérdida, pero tenía a mi pequeño hijo. Sabía cuán triste podía ser el resplandor de la Navidad a no ser que se refleje en los ojos de un niño.

Respondí al anuncio. El remitente era un viudo que vivía con su madre. Había perdido a su adorada esposa y a su pequeño hijo el mismo año.

Esa Navidad, mi hijo y yo compartimos un día alegre con el viudo y su madre. Juntos, reencontramos una felicidad que, dudábamos, podía regresar.

Pero lo mejor de todo eso fue que desde entonces he podido conservar esa alegría a través de los años y durante todas las Navidades: el hombre que escribió esa carta, meses después se convirtió en mi esposo.

N.H.Mueller

Isaías 43:19
He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.
Isaías 41:19
Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente, Isaías 51,3
Ciertamente consolará El señor a Sion; consolará todas sus soledades, y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Dios; se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto

sábado, 14 de febrero de 2009

Mi Mejor Amiga

Hola amigos, pues en este día del Amor y la Amistad, les voy ha enviar dos caricias, pero a decir verdad, esta segunda caricia la escribo porque no podía dejar de hacerlo. Luego de escribir la primera, seguí revisando mis fuentes y encontré esta que estoy seguro la sentirás muy pronfundo en tu corazón.

Dos amigos se encontraban tomando un café, y uno le comenta en tono de queja al otro:Mi mamá me llama mucho por teléfono a la oficina y solo para pedirme que vaya a conversar con ella, siempre la misma quejadera, que 'se siente sola'; la verdad yo voy poco y en ocasiones siento que me molesta su forma de ser. Ya sabes como son los viejos: Cuentan las mismas cosas una y otra vez y sin mencionar de los achaques que estrena cada día; y bueno, como tu sabes nunca me faltan los compromisos: Que el trabajo, que los amigos, la Asociación... En fin sabes como es, No?...

El otro amigo se queda callado, y luego responde:Yo en cambio, converso mucho con mi mamá; cada vez que estoy triste, voy con ella; cuando me siento solo o cuando tengo un problema y necesito fortaleza, acudo a ella y ella me conforta, me da fortaleza, y siempre termino sintiéndome mejor. Caramba - se apenó el otro - Eres mejor que yo.

No lo creas, soy igual que tu, o al menos lo era - respondió el amigo con tristeza. En realidad visito a mi mamá en el cementerio. Murió hace tiempo, pero mientras estuvo conmigo, tampoco yo iba a conversar con ella pensaba y sentía lo mismo que tú. Y no sabes cuanta falta me hace ahora su presencia, cuánto daría por sentir las caricias que con tanto amor me prodigaba, y que rechazaba porque 'ya no era un niño'; ó cuánto me pesa no haber escuchado todos los consejos que me daba, cuando con torpeza le decía:'Yo sé lo que hago', y por ello cometí muchos errores. Ay amigo, si supieras ahora como la busco, y ahora es mi mejor amiga.Cuando sentado en la tierra fría del camposanto mirando solo su foto en el muro gris, en el que le puse 'te amo', (palabras que nunca escuchó de mis labios), le pidoque me perdone por haber sido tan frío, por las veces que le mentí, y por los muchos besos que no le di, más el silencio me responde y cuando una brisa acaricia mis mejillas, sé que ella me perdona.-Mira con ojos empañados a su amigo y luego dice- Discúlpame este arranque, pero si de algo te sirve mi experiencia, conversa con ella hoy que la tienes, valora su presencia resaltando sus virtudes que seguro posee, deja a un lado sus errores, que de una u otra forman parte de su ser. No esperes a que esté en un cementerio porque ahí la reflexión duele hasta el fondo del alma, porque entiendes que ya nunca podrás hacer lo que dejaste pendiente, será un hueco que nunca podrás llenar. No permitas que te pase lo que me pasó a mí. En el camino, iba pensando en las palabras de su amigo. Cuando llegó a la oficina, dijo a su secretaria:Comuníqueme por favor con mi madre, no me pase mas llamadas y también modifique mi agenda porque este día lo dedicaré a ella!

¡¡No dejes pasar este día sin decir 'te amo'.

Los dos baldes

En una aldea lejana y montaña adentro vivía una familia de campesinos cuya labor de la tierra era muy pesada ya que el agua para regar sus sembradíos se encontraba un poco lejos de su rancho. Cada día el granjero camina cerca de media hora a un pozo cercano donde el extraía el agua. Dos baldes eran su compañía inmediata para traer agua a sus sembradíos. Uno de los baldes era optimista, el otro era negativo y pesimista. Un día los dos baldes platicaban acerca de su existencia y uno de ellos dijo: "No hay vida tan desilusionante como la mía, dijo el balde vacío mientras se aproximaba al pozo: " Siempre me alejo lleno, pero regreso a este pozo vació".

El otro balde le respondió: " Nunca ha habido una vida tan feliz como la mía" dijo el balde lleno cuando se alejaba del pozo; " Siempre vengo al pozo vacío, pero me voy de él lleno".

El poeta ingles William Shakespeare dijo: "En este mundo traidor nada es verdad ni es mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". No estamos de acuerdo con la primera parte porque sí sabemos que hay verdad y hay mentira, pero estamos de acuerdo con la segunda parte en que todo es según el color del cristal con que se mira.

No es lo que nos rodea, sino lo que llevamos dentro lo que determina como enfrentamos la vida. Por eso es que tener al Señor Jesús en nosotros y vivir en los principios de la Palabra de Dios, va a cambiar totalmente nuestra perspectiva. Mira todo lo que él llena de dentro ti, aunque te vacíes para dar de beber a otro, siempre podrás regresar al pozo para volverte a llenar.

Manantial de vida es la boca del justo, pero la boca de los malvadosoculta violencia. Proverbios 10:11

No tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos; les hizo brotar agua de la piedra; abrió la peña y corrieron las aguas. Isaías 48:21

Respondió Jesús y le dijo: -Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le pedirías, y él te daría agua viva. Juan 4:10

sábado, 7 de febrero de 2009

Hacer o no hacer ¿Que hago con mi vida?

“Nunca sopla viento favorable para el marino que no sabe en que puerto echar anclas.”
Proverbio americano

Uno de los asuntos que más llega a nuestro buzón de correos es la pregunta ¿Qué hago con mi vida? Estoy en una encrucijada, no se que hacer y si lo debo hacer. Están con indecisiones, no quieren tomar decisiones por temor a equivocarse, a fracasar. Razones tiene el proverbio mencionado arriba. Hay un relato árabe:
“Cuentan que aquella noche era especialmente fría en el desierto. Abdalá montó su pequeña tienda de campaña, tan pequeña que apenas cabía él acostado. Se despidió de su camello, llamado “Indecisión”, acariciándole la cabeza, pero dejándolo fuera, y se dispuso a pasar una noche tranquila y reparadora.
Apenas había conciliado el sueño cuando el camello lo llamó con voz suave, pero insistente. “Déjame meter la nariz en tu tienda, hace mucho frío y la tengo completamente helada…” Abdalá, que era un hombre bueno, accedió a la petición.
Pero ocurrió que en cuanto se durmió profundamente, el camello empujó un poco y metió la cabeza completa. Como la tienda era tan pequeña, al hacer esto topó con la cabeza del hombre y lo corrió hasta que éste sacó los pies por el otro extremo. Abdalá protestó, pero “Indecisión” le hizo ver que eso no era en realidad gran cosa. Pasó poco tiempo para el camello metiera los hombros y empujara a su patrón afuera, hasta las rodillas. Para hacer el cuento corto, “Indecisión” siguió introduciéndose en la tienda, llenándola por completo y sacando a Abdalá por el otro extremo, hasta que finalmente quedó completamente fuera.”
¿Le suena esto conocido? ¿No le ha ocurrido alguna vez que al dejar entrar un poco de indecisión ésta lo llenó todo, sacándolo de las cosas buenas de la vida? La indecisión no es buena para nada, la indecisión es el obstáculo que te impide alcanzar ese resultado extraordinario en la vida, en tu matrimonio, en tus finanzas, en tu carrera o en tu ministerio. Debes tomar decisiones.
Día a día las personas enfrentamos el desafío de tomar decisiones y es que la vida es un asunto de decisión. Nos preguntamos: ¿Qué carrera voy a estudiar? ¿Con quién me casaré? ¿Me conviene esta persona? ¿Cuántos hijos tendré? ¿Dónde viviré? ¿Cómo viviré? ¿Cómo pagaré esta deuda? Entre otras preguntas que nos hacemos, es un hecho que todos los días tenemos que tomar decisiones, pero no nos gusta tomarla y esperamos que alguien decida por nosotros. Es tiempo de hacer decisiones, no temas.
La Biblia enseña en el Salmo 32:8: “Tú me dijiste: “Yo te voy a instruir; te voy a enseñar cómo debes portarte. Voy a darte buenos consejos y a cuidar siempre de ti.”
Las decisiones que tomamos hoy afectarán nuestro rumbo mañana., lo que decidamos hoy no solo impactará nuestro futuro, sino también el de otras personas y todo lo que nos rodea. Tomar buenas decisiones dependerá de los valores que hemos incorporado en nuestra vida. Una carrera, un matrimonio, el estilo de vida que deseo o aun cosas sencillas como qué comeré o cómo me vestiré serán decisiones que tomaré por los valores que poseo. La mayoría de las decisiones no son tomadas en una sola vez. Las decisiones toman tiempo para ser completadas, por ello es importante que aprendas a escuchar a Dios.
Sófocles decía: Las decisiones rápidas son decisiones inseguras. Deje ya de decidir a la ligera y aprenda a hacer buenas decisiones. No siga el camino que le lleva atrás, marche hacia adelante sabiendo y tomando decisiones de manera personal. Quiero compartir contigo algunas ideas que te ayudarán a tomar buenas decisiones:
1. Se lo más PRECISO posible. ¿Qué es lo quieres lograr? Examina y encuentra cuáles son las cuestiones importantes y cuáles no. ¿Qué dice la Biblia respecto a ese asunto?
2. Busque soluciones. Vea todas las POSIBILIDADES existentes en relación con la cuestión que hemos de resolver. ¿Qué es sabio hacer? ¿Qué haría JESUS?
3. ELIGE la solución que más convenga para lograr el resultado que busca. Nunca tomes una decisión basada en una emoción o en un sentimiento. ¿Lo qué decido agrada a Dios?
4. PON EN MARCHA la decisión. No tema al fracaso, este dispuesto a aprender de sus errores, pero decida.
5. EVALUE cómo le está yendo, para rectificar en caso de que los resultados no hayan sido los esperados.
¿Tiene dificultad para hacer decisiones? Dios te ayudará, confía en El. La Biblia enseña en Santiago 1:5, “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie”.
Recuerda antes de decidir ten presente que es tu decisión, nadie debe decidir por ti. Que puedes hacer lo que quieras, pero lo tienes que hacer tú, y hoy porque el mañana aun no llega, no postergues o no esperes a decidir después. La mejor decisión que puedes hacer hoy es adquirir sabiduría. Hoy tu puedes elegir la persona quien te gustaría ser, la vida que quieres vivir. La decisión es tuya.


“La mejor decisión que podemos tomar es la correcta, la segunda mejor es la incorrecta, y la peor de todas es ninguna.” Theodore Roosevelt