sábado, 30 de mayo de 2009

¡Nunca se rindan!

Sir Winston Churchill repitió tres veces en la escuela el octavo grado debido a que le costaba aprender. Es algo irónico que años después, ¡la Universidad de Oxford le pidiera pronunciar el discurso de la fiesta de graduados!
Para este acontecimiento llegó con sus acompañantes habituales, un bastón y un sombrero de copa. Mientras se aproximaba al podio, el público le brindó aplausos de aprecio.
Churchill, con pausado ademán calmó la multitud, mientras se paraba firmemente delante de sus admiradores.
Luego colocó el sombrero sobre el atril. Mirando directamente a la ansiosa audiencia, gritó con voz vibrante de autoridad: "¡Nunca se rindan!" Transcurrieron algunos segundos. Se alzó en puntas de pie y gritó nuevamente: "¡Nunca se rindan!"
Sus palabras tronaron a través del auditorio. Se hizo un profundo silencio mientras Churchill alargaba su brazo en busca de su sombrero; ayudándose con su bastón abandonó la tribuna. Su discurso había terminado.
El discurso de graduación de seis palabras de Churchill fue sin duda el más corto y elocuente jamás pronunciado en Oxford. Aun así, su mensaje fue también uno que todos los presentes recordaron durante el resto de sus vidas.
La perseverancia es un gran componente del éxito; si golpea a la puerta con la persistencia y el ruido suficientes, seguramente despertará a alguien.

Lucas 11:9
Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.

viernes, 29 de mayo de 2009

Sigue Intentando

En 1894, un joven de dieciséis años encontró esta nota de su maestro de retórica en Harrow, Inglaterra, junto a su boletín de calificaciones: "Una notoria falta de éxito". El joven continuó tratando y llegó a convertirse en uno de los oradores más famoso del siglo veinte. Su nombre fue Winston Churchill.
En 1902, un aspirante a escritor de veintiocho años de edad recibió una carta de rechazo del editor de poesía del The Atlantic Monthly. De regreso con un grupo de poemas que él había enviado, estaba esta graciosa nota: "Nuestra revista no tiene espacio para sus vigorosos versos". Él continuó tratando, sin embargo y llegó a ver su obra publicada. El nombre del poeta era Robert Frost.
En 1905, la Universidad de Bern declinó una disertación de doctorado como muy elaborada e irrelevante. El joven estudiante de física, que escribió la disertación siguió esforzándose y llegó a desarrollar alguna de sus ideas como teorías generalmente aceptadas. Su nombre era Albert Einstein.
Cuando el rechazo sacude tu resolución y opaca tus metas, sigue intentando. ¡Si no te das por vencido, un día estarás viviendo tus sueños!.
Job 17:9
El justo se mantendrá en su camino, y el de manos limpias más y más se fortalecerá

lunes, 25 de mayo de 2009

Sonríe

Sonríe... lo haces muy bien. Sonríe. Que a través de ella se caen los muros de la timidez.
Sonríe... lo haces muy bien. Que al sonreir se levanta el cálido susurro del cántico de la amistad.
Sonríe... lo haces muy bien. Cuando te lo propones se desata en ti lo especial que eres.
Sonríe... lo haces muy bien. Al sonreir llegan los hermosos colores del saludo fraternal.
Sonríe... lo haces muy bien. Al mirarte en tu propia sonrisa ves los detalles del amor en su mágico esplendor.
Sonríe... lo haces muy bien. Porque te acaricias el alma cada vez que te muestras contento.
Sonríe... lo haces muy bien. Es el reflejo de tu ser que se evidencia cuando enseñas lo mejor de tí.
Sonríe... lo haces bien. El brillo de tus ojos acompaña a tu sonrisa para explotar como estrellas brillantes en la oscuridad nocturna.
Sonríe... lo haces muy bien. Ya que al mostrar tu sonrisa se suaviza el momento del coraje que pasastes ayer.
Sonríe... lo haces muy bien. Es que tu sonrisa se proyecta hacia el cielo y perfuma el ambiente con gratos olores que suenan a libertad.
Sonríe... lo haces muy bien. Sonido de ternura que arropa los sentidos, los cuales se saborean los barriles de miel que hasta ellos llega cuando tú los dejas oir.
Sonríe... lo haces muy bien. Al hacerlo logras conquistar al mundo. Porqué ¿quién puede resistirse a tu hermosa, graciosa y dulce sonrisa?
Sonríe... lo haces muy bien. Es tu carta de presentación. Sonríe... lo haces muy bien. Ella nos deja ver al niño travieso que llevas por dentro.
Sonríe... lo haces muy bien. Dios se ha placido en regalártela por lo tanto es tuya y debes reciprocar el gesto a aquellos que a tu alrededor están.
Sonríe... lo haces muy bien. Esta te conduce a ser amigo, amado, estimado, apreciado, valorizado, esperado, invitado, distinguido, recordado. Y a disfrutar de los agradables, gustosos, placenteros, ricos, abundantes y plácidos instantes que te regala la vida.
Sonríe... lo haces muy bien. Es el paso de agradecimiento a tu Creador por dejarte vivir hoy, por que el ayer ya pasó.
Sonríe... lo haces muy bien. Es el peldaño que te sube por los tramos del deseo de vivir, de gozar, de soñar, de volver a sonreir. Es tu derecho
ante la vida... tu obligación al mundo y ante ti mismo.
Y lo haces muy bien...
Y los que te rodean lo necesitan también.


Annie Ortiz

La sonrisa es la demostración física de la alegría del alma.

Pondrá de nuevo risas en tu boca,y gritos de alegría en tus labios. Job 8:21
Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría,alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino en abundancia.Salmo 4:7
Por eso mi corazón se alegra,y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza.Salmo 16:9

miércoles, 20 de mayo de 2009

La Montaña Negra

"¡Voy a irme a la Montaña Negra!", gritó el pequeño Ricardo de cinco años.
"Muy bien, si eso es lo que quieres adelante", le respondió su madre abriendo la puerta y acompañándolo hasta el pórtico.
Un manto de silencio cayó sobre él. Hacía rato que ya no había sol y la oscuridad de la noche cubría el paisaje. Por el resplandor de las estrellas, apenas veía la forma de la Montaña Negra en la distancia. En plena oscuridad, el niño escuchó el movimiento de un animal entre las plantas, y el aleteo de un ave en el cielo oscuro.
De pronto, el corazoncito del niño latía con más rapidez, y se le había acelerado la respiración. Ir a la Montaña Negra había sido una mala idea.
¿Por qué habría dicho eso?, pensó.
Se sentó en el pórtico abrazándose las rodillas contra el pecho, mientras una lágrima le rodaba por la mejilla al tratar de controlar el miedo.
Desde la cocina, escuchó que su padre le decía: "Ricardo ¿quieres venir a cenar con nosotros?"
A veces, cuando estamos enojados con nosotros mismos, con los demás, con las circunstancias, o hasta con Dios, queremos irnos. Nos enojamos y amenazamos. Nos sentamos en el pórtico y lloriqueamos. Aun así, Papá espera pacientemente y nos llama para reunirnos con el resto de la familia. El amor ahuyenta los temores y la restauración sana las heridas.

Tomado de En el Jardín con Dios.
Proverbios 19:21
Muchos son los planes del hombre, más el consejo del Señor permanecerá.

domingo, 17 de mayo de 2009

Ser Feliz

Se cuenta una fábula acerca de un joven huérfano que no tenía familia ni nadie que lo amase. Sintiéndose triste y solitario, caminaba un día por un prado cuando vio una pequeña mariposa atrapada en un arbusto espinoso.
Cuanto más pugnaba la mariposa por liberarse, más profundamente se le clavaban la espinas en su frágil cuerpo. El muchacho liberó con cuidado a la mariposa, pero ella, en lugar de irse volando, se transformó ante sus ojos en un ángel.
El muchacho se frotó los ojos sin poder creerlo mientras el ángel decía:
- Por tu maravillosa bondad, haré lo que me pidas.
El muchachito pensó por un momento y luego dijo:
- Quiero ser feliz.- Muy bien -le respondió el ángel y luego se inclinó hacia él, le susurró al oído y desapareció.
Al crecer el pequeño, no hubo nadie en el país más feliz que él. Cuando la gente le pedía que les dijese el secreto de su felicidad, solamente sonreía y decía: "Escuché a un ángel cuando era niño".
En su lecho de muerte, sus vecinos se reunieron a su alrededor y le pidieron que divulgase el secreto de su felicidad antes de morir. Finalmente, el anciano les dijo: "El ángel me dijo que cualquiera, sin importar lo seguro que pareciese, fuese joven o viejo, rico o pobre, me necesitaría".
Con frecuencia amamos las cosas y usamos a las personas,cuando en realidad deberíamos usar las cosas y amar a las personas.

Romanos 12:10Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal;con honra, daos preferencia unos a otros.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Léeme abuelito, léeme

Sus ojos se humedecieron con lágrimas espontáneas mientras Nicole ascendía a su regazo y se acomodaba contra su pecho. Su pelo acabado de lavar y secar, olía a limón. Palpó su mejilla suavemente, mientras ella descendía. Con ojos claros de color azul-verdoso, ella contempló su rostro con expectación, le acercó el raído y familiar libro de cuentos y dijo: "¡Léeme abuelito, léeme!"
"Abuelito" James ajustó cuidadosamente sus anteojos, aclaró su garganta y comenzó a leer la acostumbrada historia. Nicole sabía las palabras de memoria y con emoción "leía" al unísono. A cada rato él omitía una palabra: ella delicadamente le rectificaba. "No, abuelito, no es eso lo que dice. Intentemos de nuevo para que lo hagamos bien".
Ella no tenía idea de cómo su pureza de corazón enternecía su alma o cómo su simple confianza en él, lo conmovía.
La infancia de James había sido diferente, caracterizada por una violencia existencia, recrudecida por un padre distante y exigente. Desde sus cinco años, su padre le hacía trabajar los campos de sol a sol. Los recuerdos de su niñez, a veces se prolongan para acarrear ira y dolor.
Esta primera nieta, sin embargo, trajo gozo y luz a su vida en tal magnitud que desplazó su propia infancia. Él retribuyó su amor y fe con gentileza y dedicación, proporcionando a su mundo seguridad y protección sin medida. La relación entre ambos se conservó siempre. Para Nicole, la misma le proveyó un cimiento para la vida. Para James, sanó un pasado de dolor.
"¡Léeme abuelito, léeme!"
James Dobson definió bien lo anterior, cuando dice: "Los niños no son huéspedes casuales en nuestro hogar."
Proverbios 17:6
Corona de los ancianos son los hijos de los hijos, y la gloria de los hijos son sus padres.

jueves, 7 de mayo de 2009

Comunicación Diaria

La sala de fiestas estaba alegremente adornada con preciosas flores y cintas. A lo ancho del frente del salón se encontraba un estandarte en el que podía leerse: "Muchas felicitaciones para una pareja radiante". Celebraban su cincuenta aniversario de bodas. Familiares y amistades, ya sean que vinieran cerca o lejos, se habían congregado para rendirles homenaje. Los cuatro hijos se turnaron para expresar sus más tiernos recuerdos y las grandes lecciones aprendidas de sus padres. Luego, partieron el pastel, tomaron fotos y todos disfrutaron por estar juntos.
Con gran rapidez, la tarde llegó a su final. Los amigos se despidieron; los miembros de la familia llevaron consigo recuerdos y se retiraron. Ya en la noche, uno de los nietos preguntó: "Abuelita, ¿cuál es el secreto para estar felizmente casados por cincuenta años?" Sin vacilar, su abuela respondió: "Siempre estamos dispuestos a conversar de cualquier asunto".
Investigaciones recientes apoyan esa conclusión. Un estudio realizado, entre parejas con más de veinte años de matrimonio, reveló que lo único que tenían en común era que charlaban a diario. Quizás desde que descubrieron cómo comunicarse se dispusieron a hablar de sus diferencias a la llegada de períodos difíciles. Lo mismo se aplica a nuestra relación con Dios. Si con regularidad nos comunicamos con Él, nos volveremos hacia Él automática e inmediatamente cuando llegue la crisis.

lunes, 4 de mayo de 2009

El Amor y la Presión

Llegar a casa y recibir el abrazo del hombre o la mujer que uno ama reduce la presión arterial precipitada por una jornada laboral estresante, señala un nuevo estudio.
La investigación realizada por la Universidad de Toronto y dada a conocer durante una reunión de la Asociación Estadounidense del Corazón, monitoreó a 216 hombres y mujeres a lo largo de un año.
Todos tenían entre 40 y 65 años y habían estado viviendo en pareja durante los últimos seis meses. Al comienzo del estudio, se monitoreó la presión sanguínea de los participantes a lo largo de 24 horas, durante un día laboral.
También se asesoró el nivel de stress que cada uno enfrentaba en su trabajo. Y a través de otra prueba se evaluó la "cohesión marital" de los mismos.
El estudio encontró que aquellos que tenían trabajos demandantes, pero también tenían contención conyugal, vieron decaer levemente su nivel de presión arterial.
Mientras que aquellos con trabajos estresantes que no contaban con apoyo en casa, padecieron el esperado aumento de presión.
Los científicos a cargo del estudio señalaron que estos resultados son significativos, en vista de que la presión sanguínea suele subir naturalmente con el paso de los años.
Fuente: BBC. Redacción: ACPress.net


La Biblia siempre tiene la razón y habla continuamente de la importancia de amar. EL amor si tiene efecto en todas las áreas de nuestra vida. Muchos males que hoy aquejan a la humanidad están enraizados en la amargura, el odio y el resentimiento. Qué te parece si hoy, cuando llegue a casa, le estabilizas la presión arterial a aquellos que viven contigo, un cálido abrazo? Pruébalo, es buen remedio.
El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso.
No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.
El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad.
Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor jamás se extingue, mientras que el don de profecía cesará, el de lenguas será silenciado y el de conocimiento desaparecerá.
I Cor 13:4-8